30.3.21

Sangra la flor abierta de tu pecho

 y corre, como un río escarlata

el dolor planetario de los muertos

el dolor planetario de mis muertos invisibles

de tus niñas perdidas

de mis niños extraviados

detenidos

desmembrados

a las puertas del olvido.


He de comer sus ojos, he de comer sus brazos

tragándome sus lenguas

y sus risas de pájaro

y sus cuatrocientas voces, su aleteo en mi garganta

querrán dormirse de pronto, en tu párpado almendrado...


Más no hay noche silenciosa

No hay siquiera silencio;


Siempre ladran los perros, siempre

cantan los gallos...

Siempre la sinfonía

de los grillos de la luna, del ombligo de la luna


nos devuelve aquel murmullo que conspira amaneceres

y al filo de cada aurora, bajo el gran altar de piedra

la memoria carcomida de las risas doblegadas

se incrusta hondo en la tierra


para nacer más flores 

en mi patria imaginaria.





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